jueves, 27 de febrero de 2014

Escudos y banderas utilizados en la ciudad y antiguo reino de Mallorca

Artículo publicado en Diario de Mallorca (26-1-2014)

Bartomeu Bestard

El origen de la heráldica se remonta al siglo XII. Fue en esa época que los condes de Barcelona, por vía matrimonial, se convirtieron en reyes de Aragón, que con el paso de los años daría lugar a una gran confederación de territorios conocida como la Corona de Aragón. Desde sus inicios, estos monarcas siempre usaron la alternancia de palos (o barras) rojos y dorados como símbolo propio de su linaje. Al principio el número de palos fue indeterminado, dejando su número a merced del capricho del artista. Lo mismo sucedía con el número de las flores de lis del escudo del rey de Francia o con el número de leopardos del escudo del rey de Inglaterra, los cuales aparecían representados en número indeterminado. No fue hasta mediados del siglo XIV que las monarquías empezaron a normativizar con precisión el diseño de sus escudos y banderas. Fue en esa época que los reyes de Aragón regularizaron su escudo, estableciendo definitivamente las "cuatros barras". Desde entonces esas han sido las armas heráldicas que han representado a estos soberanos. Por tanto, en la actualidad, es el rey Juan Carlos I el legítimo portador de dicho escudo y ello explica que las "cuatro barras" aparezcan en uno de los cuarteles del escudo de España.

A partir, de 1229, Mallorca, pasó a formar parte de la Corona de Aragón. Más tarde, entre 1276 y 1343, se viviría un período de cierta autonomía con el reinado de la dinastía real mallorquina, aunque en realidad ésta permaneció vinculada por infeudación a sus parientes, los reyes de Aragón. La heráldica utilizada por los reyes de Mallorca, para ser breves, consistía en utilizar el mismo escudo de los reyes de Aragón (eran la misma familia), pero con una pequeña variación (denominada brisura) para poder, así, diferenciarse entre sí, los escudos y estandartes de las dos casas reales. En un principio esa brisura, o diferenciación, consistió en ponerse menos barras que las que se ponían los de Aragón. Ese número de barras fue variando ligeramente a lo largo del tiempo: Jaime II, a veces utilizó dos barras, a veces tres; Sancho I normalmente utilizó tres barras; Jaime III empezó utilizando tres barras, pero (hacia 1334) al querer regularizar el diseño de su escudo real decidió colocar cuatro barras. Fue en ese momento que también creó su propia cimera real, la cual aparecía en forma de Ángel Custodio. Esta composición (de escudo y cimera) aparece en uno de los pergaminos miniados del famoso códice de las Leyes Palatinas (1337). Pero sucedió que unos años más tarde, en 1343, su pariente y eterno rival, el rey aragonés Pedro el Ceremonioso, también regularizó definitivamente su escudo, imponiendo también las cuatro barras. Además, el rey Pedro, también fue quien utilizó por primera vez la cimera con el dragón alado; por cierto, un ejemplo del cual conservamos en el Ayuntamiento de Palma. En consecuencia, y estando obligado por la ley del blasón, Jaime III no tuvo otro remedio que brisar de nuevo su escudo, para diferenciarlo del de Aragón, tronco principal del linaje. El rey de Mallorca podría haber vuelto a brisar como lo habían hecho sus antecesores, con tres palos, pero prefirió poner una brisura que estaba muy de moda en aquellos momentos en las cortes reales de Europa, especialmente en Francia: la banda. De esta manera el diseño del escudo de los reyes de Mallorca quedó definitivamente consolidado: las cuatro barras, y sobre ellas, una banda azul colocada diagonalmente. Ojo, el diseño se fijó como escudo, pero también como estandarte o bandera.

La representación del escudo y bandera de los antiguos reyes de Mallorca (las cuatro barras con la banda azul) sobrevivió a lo largo de los siglos gracias a la cartografía, a los actos protocolarios de la realeza y a los historiadores, los cuales se plasmaron en grabados, ceremonias y libros; siempre como símbolo representativo de las Islas Baleares. Con la llegada de la autonomía, Baleares, „a mi entender, con gran acierto„ recuperó como escudo oficial el de los reyes de Mallorca (el escudo cuatribarrado con la banda azul. Ley 7/1984, de 21 de noviembre), en cambio, incomprensiblemente, no se recuperó ese mismo diseño para la bandera, y en su lugar se "inventó" una nueva a partir de un diseño un tanto erróneo, inspirado, no en las armas de los reyes mallorquines, sino en las de la antigua Universidad de la ciudad y reino de Mallorca.
Efectivamente, en 1269, Jaime I otorgó un privilegio a los jurados de la ciudad y reino, en virtud del cual podían usar un sello propio de la institución insular. Se trataba de un sello de cera que por un cara llevaba el escudo del rey (recordemos que era un número sin determinar de barras alternadas rojas y doradas, a veces eran cuatro rojas, a veces cinco... a veces más), mientras que por la otra se representaba el castillo de la Almudaina ("el castel nostre de la Almudayne de Malorques"). Por tanto, este edificio tan singular combinado con las armas del rey sirvió, desde el siglo XIII, como emblema institucional de la ciudad y reino.

Más tarde, en época de los reyes de Mallorca, concretamente en 1312, los jurados solicitaron a Sancho I el privilegio de usar una bandera propia de la institución. Fue entonces cuando el rey aprobó el diseño de la nueva enseña, la cual estaría formada de cuatro cuarteles, alternando las armas del rey (dos o tres barras rojas) y las del castillo de la Almudaina, en blanco sobre fondo azul. Ojo, azul nunca morado. Esta bandera la vemos perfectamente representada en el mapa de Angelino Dulcert de 1339, o en el atlas cartográfico de los Cresques de 1375, por poner dos ejemplos conocidos. El diseño de esta bandera también sirvió para representar el escudo de la ciudad y reino de Mallorca, el cual ha sido utilizado siempre: primero por la Universitat, luego por el Ayuntamiento y más tarde por la Diputación (actual Consell de Mallorca). Eso sí, con algunas modificaciones puntuales. Por ejemplo, con la desaparición de la dinastía mallorquina, el número de barras pasaron a ser cuatro (adaptando así las armas de los reyes de Aragón), aunque muchas veces, por inercia e ignorancia, se siguieron colocando dos o tres barras. Sin duda, este escudo ha sido el más usado y representado. Multitud de libros institucionales, retratos, claves de bóveda y fachadas de edificios institucionales, muebles... aparecen blasonados con este escudo y, repito, siempre con el castillo en blanco y el fondo azul, nunca morado.

Todo lo contrario pasó con la bandera de la ciudad y reino de Mallorca, pues con el paso del tiempo dejó de usarse y su diseño cayó en el olvido. Tanto es así, que cuando, en 1907, el Ayuntamiento de Palma quiso adoptar la bandera de Mallorca tuvo que encargar un estudio al cronista, Benet Pons i Fàbregues, para averiguar cual era. Pons recuperó el privilegio del rey Sancho de Mallorca de 1312 y, a partir de la pobrísima descripción que aparece en el mismo, propuso el diseño de la bandera, diseño que corresponde a lo que hoy en día conocemos popularmente como la bandera mallorquina. Ahora bien, esta bandera presenta dos errores en su diseño: primero, la bandera debería ser cuartelada, es decir, el mismo diseño del escudo tal como aparece en las cartas náuticas medievales; y segundo, el fondo del castillo debería ser azul y no morado. Esta última equivocación provino de la traducción errónea que Benet Pons hizo del privilegio „escrito en latín medieval„ del rey Sancho. La frase "castri albi positi in livido", fue traducida como "castillo blanco puesto sobre morado", pero el término medieval latino "livido" no debe traducirse como morado (color absolutamente ajeno a la heráldica mallorquina), sino como azul.
Durante la Transición, con la llegada de las autonomías, la cuestión de los símbolos institucionales se enredó todavía más. Ya hemos visto que el Govern Balear adoptó el escudo de los reyes de Mallorca y, en cambio, como bandera se medio inventó un diseño inspirado en la enseña de la ciudad y reino de Mallorca. Una incongruencia.

Por su parte, el Ayuntamiento de Palma, mantuvo el escudo que durante siglos emplearon, primero los jurados de la ciudad y reino y, posteriormente, el Ayuntamiento. Este escudo blasona la antigua fachada, del siglo XVII, de la institución municipal, que como singularidad presenta un murciélago en forma de cimera. Se trata de una interpretación deformada de la cimera de los reyes de Aragón que, recordemos, estaba representada por el dragón alado y que con el paso del tiempo se convirtió en un quiróptero. Este desliz, poco a poco, se fue consolidando en la representación de las armas municipales, tanto es así que, todavía hoy, el murciélago sigue timbrando el escudo de la ciudad.

Para el caso de la heráldica adoptada por el Consell de Mallorca, ésta es muy similar a la de Palma, con la excepción de dos cosas: el Consell representa en su escudo dos barras (las armas primitivas de los reyes de Mallorca) en lugar de las cuatro (las armas de los reyes de Aragón) que aparecen en el municipal; y, en segundo lugar, el Consell, timbra con la corona real, pero sin el murciélago.

Finalmente, y para acabar de enredar el asunto, en el año 2006 se aprobó la Ley de Capitalidad de Palma de Mallorca (Ley 23/06 de 20 de diciembre) en virtud de la cual, en su artículo 3, punto 3 se estable que "La bandera oficial de Palma de Mallorca es la otorgada por el rey Sancho de Mallorca, en la cual está el blasón real de los palos y en la parte superior la figura del castillo en blanco sobre morado". Es decir, la misma bandera que creó para Mallorca Benet Pons, en 1907.

Ante tal embrollo, ¿no sería conveniente recuperar los antiguos y genuinos símbolos institucionales?

* Cronista oficial de Palma

domingo, 19 de enero de 2014

Es pobladors de Mallorca de sa postconquista p'en Mateu Cañellas

Es pobladors de Mallorca de sa postconquista
p'en Mateu Cañellas

Ni sa conquista de Mallorca va ser catalana, ni tampoc hi hagué una repoblació catalana. En primer lloc s’illa no ès repoblada, ja que sa població mallorquina no s’esvaeix. A Mallorca hi roman una considerable població sarraïna que en part se converteix an es cristianisme –i que més tard es seus descendents seran considerats com a ciutadans de Mallorca– i també un nucli important de població jueva. I no ès catalana ja que a més des catalans, que són majoritaris, també hi ha un important número de pobladors occitans i italians, així com altres hispans i europeus.

Com succeeix a sa conquista de 1229, la Santa Seu també anima s’arribada de nous pobladors cristians a Mallorca durant sa postconquista. A més d’aquest fet, una part des nous pobladors que arriben a Mallorca fugen des rigors feudals des continent, per disfrutar de ses llibertats de sa Carta de Població de Mallorca de 1230. Es nous ciutadans de Mallorca hi arriben per crear sa nova pàtria que proclama s’aventurer portuguès Pedro Gonsalviz: ”ad defendendum Maioricarum patriam et salvandum ubique omnia jura nuestra”.

Es fet que s’immensa majoria des nous pobladors de Mallorca pertanyin a una gran àrea lingüística que abraça des de sa Provença, passant pes Llenguadoc, fins a Navarra al nord i fins a Tarragona al sud, els permet poder-se comunicar sense problemes ja que xerren unes llengües romàniques molt parescudes. Això ès així ja que en es segle XIII encara estan per definir-se ses àrees lingüístiques actuals, no existeix sa llengua catalana tal com l'entenem ara.

Aquests ciutadans de Mallorca —cristians, jueus i sarraïns cristianisats— són es qui impulsaran es desenrotllament econòmic i comercial des Regne a partir de ses bases institucionals i comercials promogudes pes monarca Jaume I. Durant tot es Regne privatiu, Mallorca se convertirà en es centre d’intercanvi comercial més important de tota la Mediterrània Occidental.